sábado, 3 de septiembre de 2016

Reseñas del Maratón Breve (2): El prisionero de Zenda y La hija del capitán

Para este reto de lectura decidí hacer mini-reseñas de lo que iba leyendo y así procurar que todo tuviese una pequeña opinión, aunque sólo sean un par de párrafos. Además, voy a intentar agruparlas de dos en dos (puede que en alguna entrada haya más, según el contenido), procurando seguir una temática común para que haya cierta relación entre los libros. La de esta entrada sería el género de los clásicos de aventura. Ambos pertenecen a la misma colección de Los tigres de Momprocem que lleva años por mis estanterías, desde que era una cría. En el fondo es mejor que no los leyese entonces. No es que sean muy áridos, ni mucho menos, pero creo que siempre viene bien tener cierto bagaje cultural y algo de edad para poder disfrutarlos. Por orden de lectura, están aquí las lecturas #2 y #4 de la maratón.

El prisionero de Zenda, de Anthony Hope

Rudolf Rassendyll, un joven inglés pelirrojo y con una llamativa nariz puntiaguda, rasgos que se asemejan curiosamente a los de algunos miembros de la familia real de Ruritaria, dispone de unos meses libres antes de que un conocido sea nombrado embajador y a él le asignen el papel de agregado.

Precisamente en los próximos días va a celebrarse la coronación del nuevo Rey, su primo lejano, y decide viajar a Ruritania mintiendo sobre sus planes a sus familiares, que lo desaprobarían. 

Tras un encuentro fortuito en los bosques, y por ser físicamente, incluso en la voz, exactamente igual al Rey, los partidarios de éste lo hacen pasar por tal, ya que no puede llegar a tiempo para la coronación. Al regreso de ésta, se encuentran con que el Rey ha sido secuestrado por su traidor hermano, Michael el Negro, por lo que Rudolf deberá seguir desempeñando el papel de monarca hasta que consigan liberar al auténtico sin que nadie descubra el teatro.

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Sinceramente, no hay mucho que decir de la novela. Estamos ante una historia de aventuras pura y dura con sus momentos de peleas, planes de complicada resolución, complots, algo de romance y muy buen ritmo. Una lectura que, si os animáis a probarla os dará unas horas de entretenimiento, pero ya. 

Aunque tiene buenos momentos y algunos detalles interesantes, está lejos de ser una historia memorable. Al menos, el desenlace, aunque previsible en líneas generales, no es el perfecto *happy-end*, lo que se agradece mucho y salva bastante la valoración final.

La obra peca de personajes planos. Estamos ante el cliché de buenos muy buenos y malos muy malos. Aún así, el protagonista tiene algunos momentos más que decentes en los que brilla su inteligencia y coraje, además de otros en los que lucha contra sus propios deseos egoístas al plantearse que podría seguir desempeñando el papel de Rey hasta el fin de sus días. Ahí radica su única complejidad, que ya veis que no es demasiada, pero cumple con lo que se podría esperar. Por otro lado, Rupert, uno de los secuaces del malvado hermano, es con diferencia el personaje más interesante. De hecho, el autor le dio una novela propia.

Pero me tengo que parar en el aspecto que más me ha desagradado (seguro que lo adivináis): su misoginia. Y es que vale que sea un clásico, pero el tratamiento de las mujeres deja muchísimo que desear, tanto por la simplicidad de sus personalidades como por la forma en que son vistas por el protagonista. Quizás valga el ejemplo de la siguiente cita: "Le hablé un tanto duramente, pues creo que no hay nada reprobable en infundir un poco de temor a una mujer que se siente inclinada hacia uno y suavicé el efecto entregándole un lindo presente". Con todo, la entereza de Flavia, la prima del Rey, salva un poco este aspecto tan negativo a ojos actuales.



La hija del capitán, de Alexander Pushkin

Piotr Andréich Griniov, el único hijo vivo de un exoficial del ejército, cuando cumple 17 años es enviado a Oremburgo para que realice servicio militar. Durante el viaje, se pierde en una ventisca, pero es rescatado por un hombre misterioso. Antes de seguir el viaje le da, como muestra de agradecimiento, un abrigo de piel de liebre.

Al llegar a Oremburgo, es asignado a la fortaleza de Belogorsk al comando del capitán Iván Mirónov. La fortaleza en realidad consiste de un cercado alrededor de una villa y la esposa del capitán, Vasilisa, es realmente la persona al mando. Cuando Piotr es invitado a comer a la casa de los Mirónov, conoce a la hija del capitán, María Ivánovna y, con el paso de los días, se acaba enamorando de ella. Esto le causa problemas con Shvábrin, un joven con quien había trabado amistad, que había sido rechazado por ella.

Poco después, la fortaleza es asediada por Yemelián Pugachov, quien resulta ser el hombre que lo había ayudado durante la tormenta.

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A diferencia de la anterior, estamos ante una novela más realista, pues se entrelaza con hechos y personajes históricos como el mismo Pugachov (1742-1775), uno de los primeros revolucionarios que, en cierto modo, dejó sembrada la semilla de la Revolución Rusa de 1917. La base real que tiene le aporta un matiz de interés adicional. Además, como personaje en sí, éste es descrito como un villano carismático e inteligente.

En cuanto a la obra en sí, llamadme ingenua, pero pensé que, dado el título de la novela, "la hija del capitán" sería la protagonista, y no. Como ya habéis leído del argumento, ésta queda relegada a una dulce muchacha que cumple el papel de interés romántico del auténtico protagonista y le sirve de motor para cierta maduración, pues el chico, al principio de la novela, era poco menos que un niño mimado e inconsciente. Pero no sólo eso, también cae en el eterno cliché de damisela en apuros que requiere la salvación del héroe. Supongo que nos podemos dar con un canto en los dientes con un desenlace en que la chica tiene un papel destacable. En contraposición, la madre de ésta resulta ser una mujer de armas tomar y por momentos parece que es ella en realidad la que lleva las riendas de la fortaleza.

A ojos actuales, la novela no aporta ninguna sorpresa y creo que habrá pocas cosas que no se verán venir. Sí es cierto que tiene algunos momentos más duros, como la parte del asedio a la fortaleza y algunos acontecimientos posteriores. En definitiva, su valor histórico, que permite conocer un poco más esa Rusia zarista es su mayor punto fuerte junto al rato de entretenimiento que aporta.

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